Hasta hace apenas dos años el uso de mascarillas se asociaba esencialmente al ámbito laboral, sobre todo en sectores como el sanitario o el químico. Sin embargo, la llegada del virus SARS-COV2 en 2020 hizo que su uso se generalizara más allá de los lugares de trabajo.
La obligatoriedad del uso de esta protección supuso un antes y un después, no solo para la población, sino también para las fábricas. Y es que estas pasaron de una demanda limitada a verse sobrepasadas por la situación.
En un intento por responder a esta necesidad de protección para toda la población de forma rápida se optó inicialmente por la importación de mascarillas de fuera de la Unión Europea. Pero esto trajo consigo un cambio que, sin duda, ha afectado a la efectividad de la protección de las mismas. Se trata del cambio de sujeción, de la nuca a las orejas.
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¿Sabías que esta sujeción hace que la mascarilla se ajuste peor y la efectividad de su protección descienda considerablemente?
Origen del ajuste a las orejas
Antes de que la COVID-19 apareciera en nuestras vidas el uso de las mascarillas se concentraba esencialmente en el mundo laboral. Estas mascarillas orientadas a la protección frente a partículas y/o gases y vapores en algunos casos, basaban gran parte de su eficiencia en el perfecto ajuste en el rostro, con tiras destinadas a ajustarse en la nuca. Sin embargo, la aparición del virus hizo que la demanda de mascarillas se multiplicara de tal manera que los fabricantes con Certificación Europea que hasta el momento se encargaban de abastecer el mercado no pudieran responder ante el volumen necesario. Es precisamente en este momento en el que se decide comenzar a importar mascarillas sin certificado CE y con arreglo a normativas no europeas, esencialmente desde China. A pesar de obtener la autorización para su comercialización en la Unión Europea estas mascarillas presentaban una característica muy diferente de las que tienen certificado CE, sujeción en las orejas en vez de en la nuca. Aunque es cierto que la importación de mascarillas ayudó a solucionar los problemas de abastecimiento en un primer momento, este cambio en la sujeción supuso una reducción en la efectividad de la protección debido a su peor ajuste. Además, para facilitar el acceso a mascarillas de la población se permitió certificar mascarillas FFP2 bajo una normativa temporal que permitía omitir pruebas como la de ajuste o el test de parafinas. Aunque en la actualidad se ha vuelto a aplicar la normativa EN 149, lo cierto es que el mercado ya está habituado al ajuste en las orejas, que efectivamente se siente más cómodo por el simple hecho de que no ajusta de igual manera. [cta]La importancia del ajuste facial
Conociendo ahora los cambios que han sufrido las mascarillas desde el inicio de la pandemia se puede llegar a una conclusión clara, que la mascarilla se ajuste perfectamente al rostro es igual o más importante que el tipo de mascarilla que elijamos. Es decir, no importa que escojamos una mascarilla teóricamente más eficaz en cuanto a protección como la FPP2 o FFP3 si esta no se ajusta adecuadamente al rostro. Pero, ¿cómo saber si una mascarilla no está bien ajustada? De manera muy fácil. Si al utilizarla no notas cómo el tejido se mueve al inhalar y exhalar, o si bien usas gafas y estas se empañan fácilmente al llevar mascarilla, significa que esta no está lo suficientemente ajustada a tu rostro. Otro gran hándicap para el ajuste de las mascarillas con sujeción en la oreja es el tener barba. Utilizando este tipo de mascarillas en esta situación la efectividad se reduce aún más, ya que el ajuste es aún peor. Lo cierto es que, sea cual sea el caso, lo mejor sigue siendo apostar por mascarillas con ajuste tras nuca como las FPP2 previas a la normativa modificada para la pandemia. Solo estas garantizan el mejor de los ajustes y minimizan sensiblemente los riesgos.El test PortaCount, la clave
A la hora de certificar la efectividad de cualquier mascarilla resulta necesario someter esta protección a diversas pruebas. El test PortaCount es una de ellas, y el equipo que se utiliza para ejecutarla determina el factor de ajuste de la máscara de protección respiratoria. Este factor de ajuste lo determina la relación entre el número de partículas que se encuentran en el recinto en el que se hace la prueba y el número de partículas en el interior de la máscara del trabajador. En el caso de las mascarillas el factor de ajuste ha de ser de 100 como mínimo. La normativa OSHA 29 CFR 1910.134 establece las pruebas que han de hacerse con el equipo PortaCount para poner a prueba el factor de ajuste de las máscaras de protección respiratoria:- Respiración normal.
- Respiración profunda.
- Movimiento de cabeza de lado a lado.
- Movimiento de cabeza de arriba abajo.
- Hablar o leer un texto en voz alta.
- Hacer muecas.
- Tratar de tocar los pies con las manos (o una prueba similar).
- Respiración normal.